En una tierra muy lejana y en un tiempo olvidado cruzaba el cielo la
criatura más dulce y delicada que jamás existió. Tenía alas de cristal
cubiertas por polvo de diamante. Sus otras compañeras la conocían por
Evagal. Siempre tenía una palabra amable o una caricia de consuelo y
tanta era su bondad que era protagonista de las líricas que entonaban
los juglares a la luz de las estrellas. Evagal bailaba repartiendo su
poder de mariposa, era capaz de cambiar las emociones de cuantos
rodeaba, así cambiaba tanto tristeza por alegría como odio por amor. Una
vez terminó su misión en aquellas tierras,
Evagal abandonó su cuerpo de
mariposa para ayudar allí donde fuera necesitada. De esa manera llegó a
nuestro colegio en forma de mujer.
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